Cuando los besos y las caricias ya no son tan fortuitas, la falta de deseo sexual subyace en el ambiente, la comunicación es escasa o el interés en los encuentros no precede de una emoción de alegría por una o ambas partes de la pareja.
Todo ello te crea una desorientación vital, al ver que un capítulo de tu vida se cierra. Porque todo parece ir cuesta abajo, y ese vértigo te lleva a sentir el miedo de llegar a la soledad más profunda.
No existe un remedio para el desamor
Si la cabeza te dice una cosa.
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