Entonces puedo perdonarme a mi y perdonar a los demás.
Eso nos deja libres a todos.
Renuncio a darle vueltas y más vueltas a los viejos problemas.
Me niego a seguir viviendo en el pasado.
Me perdono por haber llevado esa carga durante tanto tiempo, por no haber sabido amarme a mí, ni amar a los demás.
Cada persona es responsable de su comportamiento, y lo que da, la vida se lo devuelve.
Así pues, no necesito castigar a nadie, todos estamos sometidos a las leyes de nuestra propia conciencia, yo también.
Continúo con mi trabajo de limpiar las partes negativas de mi mente
y dar entrada al amor.
Entonces me curo.
Louise L. Hay
Ilustración Eva Armisén
Si la cabeza te dice una cosa.
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