El final de una relación puede ser un nuevo comienzo, aunque manteniendo una serie de premisas siempre será más sencillo.
Respetar la vida del otro, sin rencores y sin dejarse llevar por las emociones que se generan en esos momentos tan críticos, intentando en todo momento pasar página y seguir.
Recordar que ha sido la persona más importante en tu vida, interiorizando que es mucho más sano tratar de recordar los buenos momentos vividos y aprender de los menos buenos para que no vuelvan a suceder en tu nuevo proyecto de vida.
Así como, tener presente que respetar la “información” que tienes de esa persona, habla bien de ti y te enriquece como persona.
La fuerza interior que nace del sufrimiento se transforma en confianza y seguridad para poder seguir arriesgándonos a vivir y a amar.
Anónimo
Ilustración Amanda Cass
Si la cabeza te dice una cosa.
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