El amor infantil sigue el principio: Amo porque me aman.
El amor maduro obedece al principio: Me aman porque amo.
El amor inmaduro dice: Te amo porque lo necesito.
El amor maduro dice: Te necesito porque te amo.
“Ya conocí el amor. Amar es como una droga. Al principio hay una sensación de euforia, de entrega total. Después, al día siguiente, quieres más. Todavía no te has enviciado, pero te ha gustado la sensación y te parece que puedes mantenerla bajo control.
Piensas en la persona amada durante dos minutos y la olvidas durante tres horas.
Pero al poco tiempo te acostumbras a esa persona, y pasas a depender totalmente de ella. Entonces piensas en ella durante tres horas y la olvidas durante dos minutos. Si no está cerca, experimentas las mismas sensaciones que los viciosos cuando no consiguen droga.
En ese momento, así como los viciosos roban y se humillan para conseguir lo que necesitan, tú estás dispuesto a hacer cualquier cosa por el amor”.
"Respetar las opciones del otro, es una de las mayores virtudes que un ser humano puede tener. Las personas son diferentes, actúan diferente y piensan diferente".
La soledad me ha enseñado a entender la razón de mi existencia, sola, puedo encontrar lo que he perdido. Para muchas personas la soledad es estar sin nadie, para mi es estar conmigo.
La soledad no tiene nada que ver con la presencia o la ausencia de otros, es un estado. Puede ser positivo o negativo, es sólo el reflejo de uno mismo.
Saber estar solo es necesario para sentirse completo. Querer que alguien nos acompañe para compartir un momento es comprender para qué existen las personas que queremos y nos quieren.
Cuando compartes un silencio agradable con alguien es cuando sabes que esa persona es realmente especial. Soledad o no soledad, hay que saber esto: estar donde estás siempre es importante.
Las amigas, las buenas amigas, las amigas incondicionales... no te abandonan nunca. Da igual las manías que tengas o lo que te tengan que aguantar (también te tocará aguantar a ti lo suyo).
Las buenas amigas están en nuestras vidas siempre, sin faltar, para darnos un abrazo cuando hace falta, para animarnos cuando no dejamos de llorar, para sacarnos a la calle cuando nos queremos quedar encerradas, incluso para echarnos alguna pequeña bronquilla cuando algo de lo que hacemos nos está haciendo daño, y no lo vemos por nosotras mismas.
Y es que, a pesar de que a las mujeres se nos ha inculcado y educado para tener unas relaciones de competitividad con las otras mujeres, que especialmente aflora en la adolescencia(que si quieres ser más guapa que las demás, que si sientes envidia porque tu amiga tiene un novio que está buenísimo y tú te tienes que conformar con los posters de la habitación, que si esa tiene el culo gordo, o la otra está mucho más buena que tú y te “corrrrrrroe” la envidia, que si las chicas somos malas entre nosotras y ellos son mejores amigos, que si eres capaz de tirarla de los pelos con tal de que no se acerque a "tu chico"...)
... Cuando las chicas nos vamos haciendo más mayores (no creáis que tanto, que sigo siendo joven), algunas nos vamos dando cuenta de que todas esas rencillas y envidias no eran más que tonterías. Te vas dando cuenta de que ellos, los chicos, no se enfadan con facilidad por tonterías, o discuten por cosas como el fútbol y se les pasa con tomarse unas cervezas (aunque, no generalicemos, todos no son así).
A nosotras generalmente nos cuesta más perdonarnos, porque ponemos mucho de nosotras mismas en nuestras amistades, y las hacemos muy íntimas.
Las chicas, las que somos amigas, compartimos cosas que nunca vamos a poder tener en otro sitio. Los secretos más inconfesables, la comprensión de quien te conoce, el apoyo incondicional y los sentimientos que compartes con tus amigas... no se comparten con nadie más.
Hace poco, una amiga me abrazó, con tanta fuerza y tanto cariño, que me acordé de todas las cosas que había compartido con ella desde que ambas éramos adolescentes. Cuántos momentos vividos, cuántos desencuentros también, cuántas cosas nos habíamos contado, incluso cosas que nadie más sabe, cuántas lágrimas compartidas, cuántas risas atronadoras. Me di cuenta de que la quiero... de una forma muy especial.
Creo que nunca habría podido ser la misma persona sin mis amigos, pero sobre todo sin mis amigas, las que se fueron, pero dejaron algo en mi en su momento, y las que permanecen y permanecerán toda mi vida.
¿Tú te atreves a pensar cómo sería tu mundo sin amigas?
Mejor no lo pongas en práctica nunca y piensa en todo lo que has conseguido, descubierto, compartido y vivido, gracias a ese tipo de personas que se pueden llamar AMIGAS.
La gente siempre le echa la culpa a sus circunstancias por lo que ellos son. Yo no creo en las circunstancias.
La gente a la que le va bien en la vida es la gente que va en busca de las circunstancias que quiere y si no las encuentra, se las hace o se las fabrica”.
Una relación amorosa es un organismo vivo que pasa por diferentes ciclos y fases. Cuando la de descubrimiento se calma, nos instalamos en la ternura y la confianza. Son sentimientos más pausados, pero más profundos.
El otro día vi a una entrañable pareja de octogenarios cogidos de la mano. Apuesto a que, en todos esos años de convivencia, ninguno de los dos intentó cambiar al otro.
Yo quisiera que mis hijas aprendan a defenderse, a entender a una futura sociedad más justa. Que sepan no hacer diferencias entre la gente, que sean normales, que quieran, que respeten al semejante.
Esa es la herencia que les voy a dejar: concepción social del mundo en que viven.
Que sean gente bien, no ricas ni pobres, sino buenas.
Me habría ido a la cama cuando estaba enferma en vez de creer que la tierra se pararía si yo no estuviera en ella al día siguiente.
Hubiera encendido la vela rosada en forma de rosa antes de que se derritiera guardada en el armario.
Habría invitado a mis amigos a cenar sin importarme que la alfombra estuviese manchada y el sofá descolorido.
Habría comido las palomitas de maíz en el "salón de las visitas".
Me habría preocupado menos de la suciedad cuando alguien quisiese prender el fuego en la chimenea.
Me habría dado el tiempo para escuchar a mi abuelo divagando sobre su juventud.
Habría compartido más las responsabilidades que llevaba mi marido.
Nunca habría insistido en llevar cerradas las ventanas del coche en un día de verano porque me acababa de peinar.
Me habría sentado en el prado sin importarme las manchas de la hierba.
Habría llorado y reído menos viendo televisión y más mientras vivía la vida.
Nunca habría comprado algo porque era práctico, no se ensuciaba o estaba garantizado para durar toda la vida.
En lugar de evitar los nueve meses de embarazo, habría atesorado cada momento y comprendido que la maravilla que crecía dentro de mí, era mi única oportunidad en la vida de asistir a Dios en un milagro.
Cuando mis hijos me besasen impetuosamente, nunca habría dicho "más tarde, ahora ve y lávate para la cena", habrían habido más "te quiero" y más "lo siento".
Pero sobre todo, quiero darle otra oportunidad a la vida, quiero aprovechar cada minuto. Mirar las cosas y realmente verlas... vivirlas y nunca volver atrás. ¡DEJAR DE PREOCUPARME POR LAS COSAS PEQUEÑAS!
No te preocupes sobre a quién no le agradas, quien tiene más o quien hace que.
En lugar de eso, atesoremos las relaciones que tenemos con aquellos que de verdad nos quieren.
Hace mucho tiempo, un emperador se enteró de que en una de las provincias de su reino vivía una bruja muy poderosa, quien tenía la capacidad de poder ver el hilo rojo del destino y la mandó traer ante su presencia.
Cuando la bruja llegó, el emperador le ordenó que buscara el otro extremo del hilo rojo que llevaba atado al meñique y lo llevara ante la que sería su esposa.
La bruja accedió a esta petición y comenzó a seguir y seguir el hilo. Esta búsqueda los llevó hasta un mercado, en donde una pobre campesina con una bebé en los brazos ofrecía sus productos.
Al llegar hasta donde estaba esta campesina, se detuvo frente a ella y la invitó a ponerse de pie. Hizo que el joven emperador se acercara y le dijo : «Aquí termina tu hilo», pero al escuchar esto el emperador enfureció, creyendo que era una burla de la bruja, empujó a la campesina que aún llevaba a su pequeña bebé en brazos y la hizo caer, haciendo que la bebé se hiciera una gran herida en la frente, ordenó a sus guardias que detuvieran a la bruja y le cortaran la cabeza.
Muchos años después, llegó el momento en que este emperador debía casarse y su corte le recomendó que lo mejor era que desposara a la hija de un general muy poderoso. Aceptó y llegó el día de la boda. Y en el momento de ver por primera vez la cara de su esposa, la cual entró al templo con un hermoso vestido y un velo que la cubría totalmente… Al levantárselo, vio que ese hermoso rostro tenía una cicatriz muy peculiar en la frente.
Todo el mundo se cae algunas veces, pero siempre tienes la elección de levantarte, sacudirte el polvo y comenzar de nuevo. Habrá momentos en los que parece que la situación en más grande que tu, momentos en los que creas que ya no puedes soportar más, en los que te preguntaras porqué, y ese es el momento de alzar la mirada, mirar a tus sueños y mirar a tus porqués.
No importa lo que otros hagan, piensen o digan, tú tienes que recorrer tu propio camino. Eres más grande de lo que crees, eres más fuerte de lo que imaginas, no te crees tus propias excusas, tienes que ser como una pelota, que cada vez que cae rebota y vuelve a levantarse una y otra vez, levántate una vez más, sacúdete el polvo y decide que a pesar de las circunstancias, seguirás caminando, ya que el mundo abre paso a aquellos que saben a dónde van.
Hoy es otro precioso día sobre la Tierra y voy a vivirlo con alegría.
Nadie puede arrebatarme jamás aquello que es mío por derecho propio. Aunque es posible que no sepa cómo perdonar, me dispongo a comenzar el proceso, sabiendo que encontraré ayuda en todos los aspectos de mi vida.
Elijo perdonar a todo aquel que alguna vez haya hecho algo negativo. Éste es mi día del perdón.
Me perdono por todo el daño que hice en el pasado, a mí y a los demás. Me libero de la carga de la culpa y la vergüenza. Me alejo del pasado y vivo en este momento con alegría y aceptación.
Ellos son libres y yo soy libre. Somos uno con el poder que nos ha creado estamos seguros y a salvo.
Esto que ves soy yo, ni más, ni menos;Un pedazo de ser, un trozo de humanidad, un puñado de risas, un montón de sueños, una cuota de locura y hasta un pedazo de dulzura.
Esto que ves, soy yo. Ni más, ni menos.
Una mujer, a veces niña, a veces espacio, a veces infinito, a veces pasión y a veces libertad. Pero así, simplemente así soy yo.
Muchas de las enfermedades y angustias que sufrimos en la vida cotidiana tienen una causa realmente muy simple: estamos sobrecargados.
No nos educaron para saborear la vida y disfrutarla, sino para llevar un pesado fardo psicológico y físico de supuestas obligaciones:
Deberías hacer esto
Tendrías que actuar de esta forma
Has de ser correcto
Hay que hacerlo todo lo mejor posible
Debes ser perfecto y sin contradicciones.
Eso nos dijeron. Y muchas más órdenes.
Son demasiadas exigencias que hemos convertido en auto exigencias.
Pero es simplemente imposible responder a tanta orden interior y exterior sin derrumbarse de agotamiento.
Se trata, pues, de empezar a permitirnos echar lastre por la borda, andar más
ligeros.
La vida es breve, ¡y tan breve! pero es un camino radicalmente bello.
Cuando una persona comienza a tirar peso, a rechazar tantas órdenes exteriores
que no se corresponden con sus anhelos profundos, le cambia el rostro:
Se la ve rejuvenecer.
Nos han enseñado a tener miedo a la libertad; miedo a tomar decisiones y miedo a la soledad.
El miedo a la soledad es un gran impedimento en la construcción de la autonomía, porque desde muy pequeñas y toda la vida se nos ha formado en el sentimiento de orfandad;
Se nos ha hecho profundamente dependientes de los demás y se nos ha hecho sentir que la soledad es negativa, alrededor de la cual hay toda clase de mitos."