Hacerte cargo de ti mismo es la mayor de las responsabilidades. Es apenas
comprensible que semejante tarea nos ponga a tambalear, no sólo por la importancia que ello implica, sino además porque carecemos de las herramientas.
Ni la familia, ni los colegios, ni los preescolares, con todo su auge y modernismo, han considerado la posibilidad de enseñar a quererse a sí mismo como uno de los principales objetivos de formación.
El llamado desarrollo socio-afectivo no trasciende más allá de lo elemental.
Tomar conciencia de que existes, eres importante y tienes el derecho a pensar en
ti, sobre todas las cosas, te coloca en un lugar de privilegio, pero al mismo tiempo te produce nuevas angustias. La lucidez tiene un precio:
"Sé lo que debo hacer, pero no siempre sé cómo hacerlo”.
Anónimo
Ilustración Andrea Rivóla
Si la cabeza te dice una cosa.
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