La razón poderosa que puede empujarnos a iniciar la tarea de restaurar el amor hacia nuestros padres es la de que, sólo logramos amarnos a nosotros mismos cuando los amamos y honramos a ellos.
En lo más profundo de cada uno de nosotros, por muy graves que sean las heridas, los hijos seguimos siendo leales a nuestros padres, e inevitablemente los tomamos como modelos y los interiorizamos.
De algún modo conectamos con una fuerza que nos hace ser como ellos. Por eso, cuando somos capaces de amarlos, honrarlos, dignificarlos y respetarlos, podemos hacer lo mismo con nosotros mismos y ser libres.
Joan Garriga
Ilustración Marie Manguy
Si la cabeza te dice una cosa.
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