domingo, 29 de septiembre de 2013

Aquí y ahora


A donde quiera que vayas y con quien quiera que te encuentres, allí hallarás a tu propio amor esperándote.

Si no te amas total, entera y plenamente, es porque en algún momento aprendiste a no amarte. Pero puedes desaprenderlo.

Empieza a ser amable contigo ahora mismo.Para cambiar tu vida por fuera debes cambiar tú por dentro.

En el momento en que te dispones a cambiar, es asombroso cómo el universo comienza ayudarte, y te trae lo que necesitas.

Decídete a creer que es fácil cambiar un pensamiento o una pauta.

No hace falta saber cómo perdonar. Basta con estar dispuesto a hacerlo, del cómo ya se ocupará el universo.

Si vas a escuchar a la gente, escucha a los triunfadores. Escucha a las personas que saben lo que hacen y que demuestran el valor de lo que hacen.

Si esperamos a ser perfectos para amarnos a nosotros mismos, perderemos la vida entera.

Ya somos perfectos, aquí y ahora.

Louise L. Hay

Ilustración Geraldine Alibeu


Si la cabeza te dice una cosa.

sábado, 28 de septiembre de 2013

Por cada mujer


* Por cada mujer fuerte cansada de tener que aparentar debilidad,

hay un hombre débil cansado de tener que parecer fuerte.

* Por cada mujer cansada de tener que actuar como una tonta,

hay un hombre agobiado por tener que aparentar saberlo todo.

* Por cada mujer cansada de ser calificada como "hembra emocional",

hay un hombre a quien se le ha negado el derecho a llorar y a ser delicado.

* Por cada mujer catalogada como poco femenina cuando compite,

hay un hombre que se ve obligado a competir para que no se dude de su masculinidad.

* Por cada mujer cansada de ser un objeto sexual,

hay un hombre preocupado por su potencia sexual.

* Por cada mujer que se siente atada por sus hijos,

hay un hombre a quien le ha sido negado el placer de la paternidad.

* Por cada mujer que no ha tenido acceso a un trabajo o a un salario satisfactorio,

hay un hombre que debe asumir la responsabilidad económica de otro ser humano.

* Por cada mujer que desconoce los mecanismos de un automóvil,

hay un hombre que no ha aprendido los secretos del arte de cocinar.

* Por cada mujer que da un paso hacia su propia liberación,

hay un hombre que redescubre el camino a la libertad.


Anónimo

Ilustrado Margarita Sikorskaia


Si la cabeza te dice una cosa.

martes, 24 de septiembre de 2013

Yo elijo


Elijo aquellos pensamientos, palabras y acciones que me liberan

Me pregunto por qué un conductor sonríe y descansa en el tráfico, mientras que otro está tenso y frustrado.
Es asunto de elección.

Poder elegir es una expresión de nuestra libertad espiritual, la cual afecta nuestras actitudes y experiencias.La decisión es sencilla: puedo estar preso en el pasado por las maneras restringidas de pensar y ser,o puedo practicar la verdadera libertad espiritual expresando amor en todo lo que piense, diga y haga.

Elijo pensamientos y palabras libres de motivos que me inciten a tratar de tener siempre la razón.

Elijo actividades que alimenten mi cuerpo y mente, y que expresen la libertad de mi alma.

Elijo tratar a los demás de manera que refleje una actitud y un espíritu de libertad y amor.

Yo elijo

Anónimo 


Ilustración Catrin Welz Stein



Si la cabeza te dice una cosa.

domingo, 22 de septiembre de 2013

Para mis hijos


Para mis hijos, sí, para mis hijos
todo mi tiempo, mi amor y mis sentidos, todos los trucos, mi amor
y mi conciencia, todos los sueños y toda mi presencia
Para mis hijos, sí, para mis hijos
todos mis callos y todos mis delitos, todas mis horas y todo lo infinito
mis necedades, tesón y requisitos
Para mis hijos
no quiero adversidades, los quiero claros, sinceros y gigantes
Para mis hijos
no quiero enemistades, los quiero gratos, sonrientes y brillantes
Para mis hijos
no quiero oscuridades, los quiero listos, precisos y pensantes
Para mis hijos
no quiero ser sobrante, los quiero buenos, humanos y triunfantes
Para mis hijos, sí, para mis hijos
hazme brillante, genial y muy paciente, hazme preciso,
jovial e inteligente.
Hazme un buen padre alegre y eficiente.

Anónimo



Si la cabeza te dice una cosa.

jueves, 19 de septiembre de 2013

La piedra y el hombre



El distraído tropezó con ella,
El violento la utilizó como proyectil,
El emprendedor construyó con ella,
El campesino, cansado, la utilizó de asiento,
Drummond la poetizó,
David la utilizó para derrotar a Goliat,
... y Miguel Ángel le sacó la más bella de las esculturas.

En todos los casos la diferencia no estuvo en la piedra, sino en el hombre.

Anónimo

Ilustración Nikki Mcclure


Si la cabeza te dice una cosa.

martes, 17 de septiembre de 2013

Amarse para ser amado


Si no me amo, siempre estaré buscando a alguien que me complete, que me haga feliz, que haga realidad mis sueños.
Estar “necesitado” es la mejor manera de atraer malas relaciones.
Si esperamos que otra persona nos “arregle” la vida, o que sea nuestra “mejor mitad”, disponemos las cosas para el fracaso.
Es necesario que seamos realmente felices con nosotros mismos antes de iniciar una relación de pareja.
Es necesario que seamos lo suficientemente felices para ni siquiera necesitar una relación para ser feliz.
De igual modo, si tenemos una relación con una persona que no se ama a sí mismo, es imposible que realmente la contentemos.
Nunca vamos a “valer lo suficiente” para una persona insegura, frustrada, celosa, rencorosa o que se odia a sí misma.
Con mucha frecuencia hacemos lo imposible por agradar y ser valorados por parejas que no tienen idea de cómo aceptar nuestro amor, porque estas personas no se aman a sí mismas.
La vida es un espejo, siempre atraemos a personas que reflejan características nuestras, o las creencias que tenemos respecto a nosotros mismos y a las relaciones.
Lo que los demás piensan de nosotros es su propia perspectiva limitada de la vida. Hemos de aprender que la Vida nos ha amado incondicionalmente.
El trabajo más importante lo hacemos en nosotros mismos. Desear que cambie nuestra pareja es una forma sutil de manipulación, un deseo de tener poder sobre ella o él.
Incluso podría ser una actitud santurrona, ya que expresa la idea de que somos mejores que nuestra pareja.
Permite que la persona que amas sea como elija ser. Aliéntala a que se explore y descubra a sí misma, a que se ame, se acepte y se valore.
Muchas veces buscamos a otras personas que nos hagan sentir amados o conectados, cuando lo único que estas personas pueden hacer es reflejar nuestra relación con nosotros mismos.

Louise L. Hay

Ilustración Sophie Blackall


Si la cabeza te dice una cosa.

lunes, 16 de septiembre de 2013

En el primer contacto


Dos cosas pueden suceder cuando nos encontramos con alguien: o bien nos hacemos amigos, o bien intentamos convencer a esa persona para que acepte nuestras convicciones. Lo mismo sucede cuando la brasa encuentra otro trozo de carbón: o bien comparte su fuego con él, o bien es sofocada por su tamaño, y termina extinguiéndose.

Como por lo general nos sentimos inseguros en el primer contacto, nos protegemos con la indiferencia, la arrogancia o la excesiva humildad. El resultado es que dejamos de ser quienes somos, y las cosas pasan a estar orientadas a un extraño mundo que no nos pertenece.

Anónimo

Ilustración Lisa Evans


Si la cabeza te dice una cosa.

domingo, 15 de septiembre de 2013

Qué es el apego?


¿Por qué tenemos esa tremenda necesidad de apego? ¿Cuáles son las implicaciones del apego? ¿Por qué uno se apega?;
Cuando estamos apegados a algo siempre hay miedo, miedo de perder esa cosa; siempre existe esa sensación de inseguridad. 

Por favor, obsérvate a ti mismo.

Siempre existe esa sensación de separación. Estoy apegado a mi mujer, y estoy apegado a ella porque me da placer sexual, me da placer como compañera; ya conocen todo esto, no tengo que explicarlo.

De modo que estoy apegado a ella, eso significa celos, temor; y si hay celos, tiene que haber odio.

Y bien, ¿Es el apego amor? Esta es una cuestión que debemos observar en nuestra relación.

Jiddu Krishnamurti

Ilustración Namaste


Si la cabeza te dice una cosa.

miércoles, 11 de septiembre de 2013

El amarte me ha hecho mucho más bueno


El amarte me ha hecho mucho más bueno; me ha hecho más sensato y afable, e incluso, no cabe negarlo, más brillante y más fuerte. Antes quería muchas cosas y me disgustaba no poseerlas.

Me sentía satisfecho en teoría y, creo habértelo dicho al principio, me enorgullecía de haber sabido limitar mis necesidades. Pero también es verdad que solía ser víctima de accesos de cólera; solían darme ataques morbosos, estériles y denigrantes de hambre, de deseo.

Ahora me siento totalmente satisfecho porque no me es posible concebir nada mejor. Es como cuando uno trata de leer a la débil luz del crepúsculo y, de pronto, se encienden las luces. 


Hasta ahora yo había estado tratando de ver en el libro de la vida sin hallar en él nada que recompensase mis esfuerzos, pero ahora puedo leerlo con la máxima facilidad...

Y veo que se trata de una historia maravillosa.

Henry James

Si la cabeza te dice una cosa.

sábado, 7 de septiembre de 2013

De mujeres de ojos grandes


La tía Daniela se enamoró como se enamoran siempre las mujeres inteligentes: como una idiota.

Lo Había visto llegar una mañana, caminando con los hombros erguidos sobre un paso sereno y había pensado: "Este hombre se cree Dios". Pero al rato de oírlo contar historias sobre mundos desconocidos y pasiones extrañas, se enamoró de él y de sus brazos como si desde niña no hablara latín, no supiera lógica, ni hubiera sorprendido a media ciudad copiando los juegos de Góngora y Sor Juana como quien responde a una canción en el recreo.

Era tan sabia que ningún hombre quería meterse con ella, por más que tuviera los ojos de miel y una boca brillante, por más que su cuerpo acariciara la imaginación despertando las ganas de mirarlo desnudo, por más que fuera hermosa como la virgen del Rosario. Daba temor quererla porque algo había en su inteligencia que sugería siempre un desprecio por el sexo opuesto y sus confusiones.

Pero aquel hombre que no sabía nada de ella y sus libros, se le acercó como a cualquiera. Entonces la tía Daniela lo dotó de una inteligencia deslumbrante, una virtud de ángel y un talento de artista. Su cabeza lo miró de tantos modos que en doce días creyó conocer a cien hombres.

Lo quiso convencida de que Dios puede andar entre mortales, entregada hasta las uñas a los deseos y las ocurrencias de un tipo que nunca llegó para quedarse y jamás entendió uno solo de todos los poemas que Daniela quiso leerle para explicar su amor.

Un día, así como había llegado, se fue sin despedirse siquiera. Y no hubo entonces en la redonda inteligencia de la tía Daniela un solo atisbo de entender qué había pasado.

Hipnotizada por un dolor sin nombre ni destino se volvió la más tonta de las tontas. Perderlo fue una larga pena como el insomnio, una vejez de siglos, el infierno.
Por unos días de luz, por un indicio, por los ojos de hierro y súplica que le prestó una noche, la tía Daniela enterró las ganas de estar viva y fue perdiendo el brillo de la piel, la fuerza de las piernas, la intensidad de la frente y las entrañas.

Se quedó casi ciega en tres meses, una joroba le creció en la espalda, y algo le sucedió a su termostato que a pesar de andar hasta en el rayo del sol con abrigo y calcetines, tiritaba de frío como si viviera en el centro mismo del invierno. La sacaban al aire como a un canario. Cerca le ponían fruta y galletas para que picoteara, pero su madre se llevaba las cosas intactas mientras ella seguía muda a pesar de los esfuerzos que todo el mundo hacía por distraerla.

Al principio la invitaban a la calle para ver si mirando las palomas o viendo ir y venir a la gente, algo de ella volvía a dar muestras de apego a la vida. Trataron todo. Su madre se la llevó de viaje a España y la hizo entrar y salir de todos los tablados sevillanos sin obtener de ella más que una lágrima la noche que el cantador estuvo alegre. A la mañana siguiente le puso un telegrama a su marido diciendo: "Empieza a mejorar, ha llorado un segundo".
Se había vuelto un árbol seco, iba para donde la llevaran y en cuanto podía se dejaba caer en la cama como si hubiera trabajado veinticuatro horas recogiendo algodón. Por fin las fuerzas no le alcanzaron más que para echarse en una silla y decirle a su madre: "Te lo ruego, vámonos a casa".

Cuando volvieron, la tía Daniela apenas podía caminar y desde entonces no quiso levantarse. Tampoco quería bañarse, ni peinarse, ni hacer pipí. Una mañana no pudo siquiera abrir los ojos.
-¡Está muerta! - oyó decir a su alrededor y no encontró las fuerzas para negarlo.

Alguien le sugirió a su madre que ese comportamiento era un chantaje, un modo de vengarse en los otros, una pose de niña consentida que si de repente perdiera la tranquilidad de la casa y la comida segura, se las arreglaría para mejorar de un día para el otro.

Su madre hizo el esfuerzo de abandonarla en el quicio de la puerta de la Catedral.
La dejaron ahí una noche con la esperanza de verla regresar al día siguiente, hambrienta y furiosa, como había sido alguna vez. A la tercera noche la recogieron de la puerta de la Catedral con pulmonía y la llevaron al hospital entre lágrimas de toda la familia.

Ahí fue a visitarla su amiga Elidé, una joven de piel brillante que hablaba sin tregua y que decía saber las curas del mal de amores. Pidió que la dejaran hacerse cargo del alma y del estómago de aquella náufraga. Era una criatura alegre y ávida. La oyeron opinar. Según ella el error en el tratamiento de su inteligente amiga estaba en los consejos de que olvidara. Olvidar era un asunto imposible. Lo que había que hacer era encauzarle los recuerdos, para que no la mataran, para que la obligaran a seguir viva.

Los padres oyeron hablar a la muchacha con la misma indiferencia que ya les provocaba cualquier intento de curar a su hija. Daban por hecho que no serviría de nada y sin embargo lo autorizaban como si no hubieran perdido la esperanza que ya habían perdido.

Las pusieron a dormir en el mismo cuarto. Siempre que alguien pasaba frente a la puerta oía a la incansable voz de Elidé hablando del asunto con la misma obstinación con que un médico vigila a un moribundo. No se callaba. No le daba tregua. Un día y otro, una semana y otra.

-¿Cómo dices que eran sus manos? - preguntaba. Si la tía Daniela no le contestaba, Elidé volvía por otro lado.
-¿Tenía los ojos verdes? ¿Cafés? ¿Grandes?
-Chicos - le contestó la tía Daniela hablando por primera vez en treinta días.
-¿Chicos y turbios?- preguntó la tía Elidé.
- Chicos y fieros - contestó la tía Daniela y volvió a callarse otro mes.
- Seguro que era Leo. Así son los de Leo - decía su amiga sacando un libro de horóscopos para leerle. Decía todos los horrores que pueden caber en un Leo. - De remate, son mentirosos. Pero no tienes que dejarte, tú eres de Tauro. Son fuertes las mujeres de Tauro.
- Mentiras sí que dijo - le contestó Daniela una tarde.
-¿Cuáles? No se te vayan a olvidar. Porque el mundo no es tan grande como para que no demos con él, y entonces le vas a recordar sus palabras. Una por una, las que oíste y las que te hizo decir.
-No quiero humillarme.
-El humillado va a ser él. Si no todo es tan fácil como sembrar palabras y largarse.
-Me iluminaron -defendió la tía Daniela.
- Se te nota iluminada - decía su amiga cuando llegaban a puntos así.
Al tercer mes de hablar y hablar la hizo comer como Dios manda. Ni siquiera se dio cuenta cómo fue. La llevó a una caminata por el jardín. Cargaba una cesta con fruta, queso, pan, mantequilla y té. Extendió un mantel sobre el pasto, sacó las cosas y siguió hablando mientras empezaba a comer sin ofrecerle.
- Le gustaban las uvas - dijo la enferma.
- Entiendo que lo extrañes.
Sí - dijo la enferma acercándose un racimo de uvas -. Besaba regio. Y tenía suave la piel de los hombros y la cintura.
-¿Cómo tenía? Ya sabes - dijo la amiga como si supiera siempre lo que la torturaba.
- No te lo voy a decir - contestó riéndose por primera vez en meses. Luego comió queso y té, pan y mantequilla.
- ¿Rico? - le preguntó Elidé.
- Sí - le contestó la enferma empezando a ser ella.
Una noche bajaron a cenar. La tía Daniela con un vestido nuevo y el pelo brillante y limpio, libre por fin de la trenza polvorosa que no se había peinado en mucho tiempo.

Veinte días después ella y su amiga habían repasado los recuerdos de arriba para abajo hasta convertirlos en triviales. Todo lo que había tratado de olvidar la tía Daniela forzándose a no pensarlo, se le volvió indigno de recuerdo después de repetirlo muchas veces. Castigó su buen juicio oyéndose contar una tras otra las ciento veinte mil tonterías que la había hecho feliz y desgraciada.
- Ya no quiero ni vengarme - le dijo una mañana a Elidé -. Estoy aburridísima del tema.
- ¿Cómo? No te pongas inteligente - dijo Elidé-. Éste ha sido todo el tiempo un asunto de razón menguada. ¿Lo vas convertir en algo lúcido? No lo eches a perder. Nos falta lo mejor. Nos falta buscar al hombre en Europa y África, en Sudamérica y la India, nos falta encontrarlo y hacer un escándalo que justifique nuestros viajes. Nos falta conocer la galería Pitti, ver Florencia, enamorarnos en Venecia, echar una moneda en la fuente de Trevi. ¿Nos vamos a perseguir a ese hombre que te enamoró como a una imbécil y luego se fue?

Habían planeado viajar por el mundo en busca del culpable y eso de que la venganza ya no fuera trascendente en la cura de su amiga tenía devastada a Elidé. Iban a perderse la India y Marruecos, Bolivia y el Congo, Viena y sobre todo Italia. Nunca pensó que podría convertirla en un ser racional después de haberla visto paralizada y casi loca hacía cuatro meses.

- Tenemos que ir a buscarlo. No te vuelvas inteligente antes de tiempo - le decía.
- Llegó ayer - le contestó la tía Daniela un mediodía.
- ¿Cómo sabes?
- Lo vi. Tocó en el balcón como antes.
- ¿Y qué sentiste?
- Nada.
-¿Y qué te dijo?
- Todo.
- ¿Y qué le contestaste?
- Cerré.
-¿Y ahora? - preguntó la terapeuta.
- Ahora sí que nos vamos a Italia: los ausentes siempre se equivocan.

Y se fueron a Italia por la voz del Dante: "Piovverà dentro a l'alta fantasía."


Angeles Mastretta



Ilustración Vania Zouravliov
Si la cabeza te dice una cosa.

viernes, 6 de septiembre de 2013

Mi velero


Necesito de ti. Del Dios verdadero, del que calienta mis noches tan solo con sentirme, del que me quiere tal y como vine.

El que no exige, el que da aliento, el que está presente, el que hace que mi corazón sea motor de mi cuerpo.

De ese Dios quiero, el que vive en mis adentros, el que me arraiga al suelo, el que se manifiesta a través de las formas, el que me mueve con respeto.

No busco otros guías, ni seguir furiosas corrientes de miedos.

Quiero sentir qué late dentro y darle forma con este cuerpo. Compartir, amar, ser mensajera de bellos conocimientos.

No tengo mayor anhelo que aprender a cuidar mi velero.

Guiame, viejo amigo, sé tú mi consejero. Y que sea a través de esta Tierra a la que yo amo y a la que todo y nada debo.

Tierra en mis pies

Ilustración Tierra en mis pies


Si la cabeza te dice una cosa.

miércoles, 4 de septiembre de 2013

La única mujer


La única mujer que puede ser es la que sabe que el sol para su vida empieza ahora.

La que no derrama lágrimas sino dardos para sembrar la alambrada de su territorio.

La que no comete ruegos.

La que opina y levanta su cabeza y agita su cuerpo y es tierna sin vergüenza y dura sin odios.

La que desaprende el alfabeto de la sumisión y camina erguida.

La que no le teme a la soledad porque siempre ha estado sola.

La que deja pasar los alaridos grotescos de la violencia y la ejecuta con gracia.

La que se libera en el amor pleno.

La que ama.

La única mujer que puede ser la única es la que dolorida y limpia decide por sí misma salir de su prehistoria.

Bertalicia Peralta

Imagen Wolfgang Hutter



Si la cabeza te dice una cosa.

lunes, 2 de septiembre de 2013

Una frase inspiradora



Cuando una persona te diga "No pasa nada", abrázala, es cuando más te necesita.

Anónimo

Ilustración Eva Armisén


Si la cabeza te dice una cosa.

Por qué fracasa la pareja actual?


El gran problema es la encrucijada amorosa que se produce como consecuencia de que las mujeres buscan hombres que todavía no existen y los hombres siguen buscando mujeres que ya no existen.

Hoy en día la mujer está decepcionada del hombre y el hombre está desorientado frente a la mujer. La mujer quiere una relación simétrica y tiene derecho, pero el hombre viene de un modelo ancestral de dominancia/sumisión.

Y por otro lado, la mujer se sigue enamorando admirativamente, pero como la mujer se ha igualado al hombre, cada vez tiene menos hombres admirables de quien enamorarse. La mujer está pagando su maduración y su éxito profesional y social con soledad emocional.

Antonio Bolinches  Diario Sur

Ilustración Jorge Mascarenhas


Si la cabeza te dice una cosa.
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